A fin de proteger frente a los efectos económicos de la pandemia de COVID-19, el Gobierno de Tailandia introdujo amplias medidas de protección social, valoradas en aproximadamente 12.000 millones de dólares. La primera medida consistió en la adopción del Plan Rao Mai Ting Gun o "No dejar a nadie atrás", en el marco del cual se realizaron transferencias mensuales de 5.000 bahts a los trabajadores informales o por cuenta propia ajenos al sector agrícola durante tres meses. La segunda medida fue similar y estuvo dirigida a los campesinos. En el marco de la tercera medida, se brindó un paquete complementario por valor de 1.000 bahts mensuales, durante tres meses a partir de julio de 2020, a las personas que tuvieran derecho a la tarjeta estatal de bienestar (una prestación básica de seguridad de los ingresos para las personas de bajos ingresos) y a los beneficiarios de las prestaciones ya existentes previas al COVID-19 para las personas de edad, las personas con discapacidad y los niños. Esas medidas, junto con los planes de seguro social vigentes, ayudaron a 42,4 millones de tailandeses (lo que representa en torno al 60 % de la población).1
El plan Rao Mai Ting Gun llegó rápidamente a los nuevos beneficiarios, muchos de los cuales trabajaban por cuenta propia o en el sector informal. A menudo, estos trabajadores no eran lo suficientemente pobres para poder optar a las ayudas destinadas a los pobres, pero, al mismo tiempo, quedaban excluidos de otros sistemas de seguro social como las prestaciones por desempleo. El plan permitió la presentación de solicitudes bajo demanda a través del sitio web, lo que posteriormente se combinó con la presentación de solicitudes físicas en los bancos públicos. Para comprobar la admisibilidad de los solicitantes, el programa integró varias bases de datos que utilizaban identificadores, a fin de reducir la duplicación, lo que mejoró la coordinación y, en última instancia, amplió la cobertura. Esto incluyó la verificación cruzada de las bases de datos de campesinos y las de la seguridad social. Las personas que podían optar al plan Rao Mai Ting Gun también se sometieron a una revisión cruzada a fin de seleccionar a quienes cumplían los requisitos para recibir pagos complementarios en el marco de los planes de ayudas en vigor.
Gracias a los firmes cimientos del sistema nacional de identidad y los sistemas de información existentes, el Gobierno pudo llegar a segmentos de la población que hasta la fecha habían quedado al margen del sistema de protección social. Para ello, aprovechó estrategias similares ejecutadas anteriormente y basadas en la interoperabilidad, y las utilizó para ampliar la cobertura sanitaria universal. Los primeros datos apuntan a que el plan Rao Mai Ting Gun benefició, por lo general, a las personas más necesitadas y que tan solo el 13 % de los receptores pertenecían al quintil de ingresos más elevados.2
En comparación con otras respuestas de protección social brindadas contra el COVID-19 en el ámbito internacional, el plan Rao Mai Ting Gun afrontó menos obstáculos, también en las fases iniciales de implantación:
- Al aplicar un enfoque basado en la demanda, según el cual cualquiera podía inscribirse en el programa, el Gobierno subestimó notablemente la demanda, lo que dio lugar a una serie de interrupciones en el servicio. Frente a los objetivos iniciales y revisados del Gobierno de llegar a 3 millones y 9 millones de beneficiarios, respectivamente, el programa recibió un total de 28,8 millones de solicitudes.3
- Muchos solicitantes se identificaron erróneamente como campesinos. Esto causó confusión, y la situación se vio agravada por la falta de transparencia a la hora de informar y divulgar sobre el proceso de evaluación de la admisibilidad. La opción de recurrir la decisión de forma telemática ayudó a atenuar, en cierto modo, las inquietudes de los solicitantes. En retrospectiva, la ejecución de un único programa habría facilitado la comunicación, además de ser menos compleja desde el punto de vista administrativo.
- Si bien en un principio el registro solo pudo hacerse a través del sitio web, la falta de acceso a la tecnología y la escasa alfabetización digital condujo a la apertura de ventanillas para el registro físico en los bancos públicos. Las organizaciones de la sociedad civil, como HomeNet Thailand, fueron fundamentales para mediar en el acceso a los sistemas digitales de protección social.
- Al carecer de un protocolo automatizado y verificado en materia de interoperabilidad, el protocolo empleado aplicaba la correlación manual de datos, lo que afectó la puntualidad de los registros.
A pesar de esos desafíos, la experiencia demostró que, gracias a la solidez de los sistemas fundamentales en términos de identificación, registro censal, penetración de Internet y sistemas de información digital, Tailandia está en una posición idónea para ampliar la protección social a unos 15 millones de trabajadores del sector informal. Con toda probabilidad, la gran mayoría de la población está actualmente inscrita para recibir alguna forma de protección social. Estos sistemas de información en materia de protección social se complementaron con el registro censal y con otros sistemas de información digital relacionados con los funcionarios públicos, los contribuyentes, las tierras, los vehículos, la educación y la salud, lo que brindó una oportunidad única para llegar a los trabajadores del sector informal.
Para superar las trabas afrontadas por el plan Rao Mai Ting Gun, será fundamental corregir la fragmentación política y programática entre los distintos ministerios, a fin de facilitar la interoperabilidad sin fisuras entre los distintos sistemas de información fiables, que funcionan adecuadamente. La creación de un registro virtual actualizado de manera dinámica, esto es, un registro que integre automáticamente los datos procedentes de diversos sistemas de información en intervalos concretos, puede contribuir a mantener actualizada la información y permitir seleccionar más rápidamente a los beneficiarios en situaciones de crisis, al tiempo que se protege la privacidad de la información.
Lecturas complementarias:
- Banco Mundial (2021) Towards Social Protection 4.0 : An Assessment of Thailand’s Social Protection and Labor Market Systems, Bangkok, Grupo del Banco Mundial [en línea] https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/35695
- Parks, T., M. Chatsuwan y S. Pillai (2020) Enduring the Pandemic: Surveys of the Impact of COVID-19 on the Livelihoods of Thai People, Bangkok, The Asia Foundation [en línea] https://asiafoundation.org/wp-content/uploads/2020/09/Enduring-the-Pandemic-Covid-19-Impact-on-Thailand-Livlihoods-Sept-2020.pdf
- UNICEF (2020) Social Impact Assessment of COVID-19 in Thailand [en línea] https://www.unicef.org/thailand/media/5071/file/Social%20Impact%20Assessment%20of%20COVID-19%20in%20Thailand.pdf
- Komin, W. y otros (2020) "Covid-19 and its impact on informal sector workers: a case study of Thailand", Asia Pacific Journal of Social Work and Development, vol. 31, 1-2 [en línea] http://www.cusri.chula.ac.th/wp-content/uploads/2020/11/Covid-19-and-its-impact-on-informal-sector-workers-a-case-study-of-Thailand.pdf
Notas a pie de página:
- https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/35695
- https://asiafoundation.org/wp-content/uploads/2020/09/Enduring-the-Pandemic-Covid-19-Impact-on-Thailand-Livlihoods-Sept-2020.pdf
- https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/35695